domingo, 15 de julio de 2007

Sigamos conociendo la Historia de la Educación Chilena


ORIGEN DE LA EDUCACIÓN (FORMAL) EN CHILE.

Chile no se ha desarrollado de una forma muy distinta al resto de los países. Tal como ya lo señala Abbagnano en su Historia de la Pedagogía, la educación se inicia de un modo informal, a través de las enseñanzas de las madres y ancianos que regulan y orientan la vida de los jóvenes.
Luego este papel es entregado a los sacerdotes, quienes durante la época colonial de nuestra historia, se dedican a fundar los primeros colegios. Recordemos que en los primeros años de la colonia no hay una sistematización de la educación, sino más bien un afán evangelizador de estas nuevas tierras para el catolicismo.
La educación se centró en el trabajo de los religiosos, quienes tenían la facultad de enseñar. Las personas que no eran religiosos, los laicos, sólo lo podían hacer si el Cabildo de cada zona se los permitía. Para ello “se les exigía no haber sido condenado a pena infamante, no haber ejercido oficio servil, buena vida y costumbres, limpieza de sangre ni tener cuentas pendientes con el Santo Oficio”. Los primeros profesores, que fueron habilitados para la enseñanza en latinidad (lo que hoy correspondería a enseñanza media) fueron Pedro Hernández de Paterna, Gonzalo de Segovia y Alonso de Escudero, Diego de Céspedes, Diego Serrano y Pedro Padilla. El primer educador nacido en Chile fue Juan de Oropesa, quien en 1615 pedía autorización al Cabildo de Santiago para enseñar a leer y escribir.
De las primeras instituciones de educación, de las que se poseen registros, se destacan: el Colegio de Naturales de Chillán, y la Academia Regia Carolina Chilensis, conocida como Convictorio Carolino. A estas se suman las diversas instituciones de educación monástica que poseían las diversas congregaciones religiosas. Años más tarde se ve la necesidad de fundar universidades que permitan la educación de nuevos religiosos, entre éstas se reconocen la Pontificia Universidad de Santo Tomás fundada por los dominicos en 1622 y la Pontificia Universidad de San Miguel creada en 1623 por la Compañía de Jesús. El año 1741 se terminan estas instituciones cuando surge la figura de la Real Universidad de San Felipe, como la primera universidad estatal.
De estas primeras instituciones y maestros debemos señalar que su intencionalidad primera no es educar precisamente sino más bien catequizar, esto es educar en la fe católica. Es así como los cursos de latinidad se centran en torno a la enseñanza de los principios de la Iglesia y de los saberes mínimos de nuestra cultura occidental.
La situación de la educación cambiará con el surgimiento de los movimientos independistas. En 1813 la nueva junta de gobierno manifiesta su preocupación y necesidad de una regulación de la educación pública. Por ello se promulga el “Reglamento para Maestros de Primeras Letras” el cual pretende establecer las bases de lo que será la educación en chile. Esta se puede resumir en los siguientes aspectos:
1.-La educación ha de ser gratuita.
2.-Toda persona que enseñe debe regirse a lo establecido por el reglamento,
3.-Se crean escuelas para niñas, las cuales son anexos de los conventos de religiosas, quienes custodian su enseñanza y
4.-Se propone la existencia de una educación particular.
Lo que se pretende con este reglamento es separarse del quehacer que tenía la educación colonial. Se insiste en la necesidad de una educación más ligada a las necesidades prácticas y vitales de la población:
"........no encontramos uno de nuestros escritores de los siglos pasados que se dedicara al que se dedicara al conocimiento del hombre físico y moral, y que procurara hacer análisis de la naturaleza y fuerza de las sociedades, del arte de hacerlas populosas, ricas y felices. Este era pues, el camino que debían haber seguido, especialmente aquellos que se hallaban encargados de la dirección y enseñanza de los jóvenes, inspirándoles amor y afición a unos estudios, que son los que aprovechan para las comodidades y para la grandeza de los pueblos." (Aurora, 10).
De forma tal que lo que se requiere es una educación que sea efectivamente laica y no religiosa. Una educación que deje el latín de lado y todas las teorías abstractas propias de los religiosos, para atender a un saber para la vida. Es así como se quejan en esa época de los escasos logros de la educación practicada: "salimos de los colegios sin los conocimientos indispensables para el uso de la vida después de consumir inútilmente los mejores años" (Aurora, 3)
La Aurora de Chile en sus primeros números manifestaba la necesidad de un cambio en esta vía, cambio que surgía de la necesidad de una separación de la fe del saber científico, necesario para los nuevos tiempos:
"La ilustración del siglo XVII no se debió al progreso de las escuelas, sino al estudio de la naturaleza, a la aplicación de las matemáticas a la física, a la perfección del álgebra y geometría, a la invención de las máquinas y de instrumentos físicos y astronómicos, a los viajes y establecimientos literarios, periódicos. Pero los estudios de las escuelas quedaron muy atrasados entre tinieblas dialécticas hasta que cayeron en descrédito con la ilustración universal del siglo XVIII" (Aurora, 3)
Esta necesidad de regular la educación y dar a través de ella una formación más liberal y patriótica, continuó con los gobiernos chilenos tras la independencia. Es así como se establecen los reglamentos para los colegios públicos y se crea bajo gobierno de O´Higgins una especie de Tribunal de Instrucción presidido por José María Rozas.

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